Tarantino desencadenado

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Érase una vez en el oeste, vivía un hombre encadenado. Una noche oscura, el hombre escapa y decide buscar el amor de su vida, de quien fue separado violentamente. Un hombre mayor lo guía en su camino y le da las herramientas para superar los obstáculos. Al final, el amor gana la batalla y la pareja vive el resto de sus vidas juntos y felices.


 Sólo falta darle papel, lápiz y una cámara de cine a Quentin Tarantino, para convertir esa historia tradicional de amor en una película controversial sobre la violencia y el racismo.



En la película “Django Unchained”, el director toma esa estructura clásica, la disfraza de spaghetti western con accesorios del género blaxploitation y la presenta con diálogos que además de ser característicos dentro de su filmografía contienen frases que en la sociedad americana contemporánea serían totalmente derogatorias en contra de la raza negra.


Así que la cinta es completamente un producto norteamericano, creado en una sociedad específica para ser consumido en ella misma, pero con la capacidad de ser entendido mundialmente debido a los arquetipos que utiliza, como lo fue tradicionalmente el western.


 El principal tema de la película es la esclavitud, las ideas que sustentaban esa forma de vida, las características de una sociedad regida por ella y las jerarquías que se producían entre cada uno de los elementos de ese esquema.


 No es la primera vez que se ven reflejados los castigos a los que eran sometidos los esclavos por sus dueños, pero pocas veces se había retratado de la misma forma la mentalidad que dominaba las acciones de cada persona. De tal forma, se abre una discusión, no sólo sobre el pasado, sino sobre las estructuras económicas a las cuales estamos acostumbrados y los lastres sociales educacionales o culturales que eso conlleva.


 Uno de los detalles que mas llama la atención, es la representación de las jerarquías dentro de los mismos esclavos. Se puede ver la coexistencia de esclavos de campo, dedicados a las labores más arduas de trabajar la tierra y esclavos de casa, que recibían ciertos beneficios al trabajar en el hogar.


 De todos los esclavos resalta Stephen, el jefe de la casa interpretado por Samuel L. Jackson, quien ha sabido entender y manipular el sistema a su favor para garantizar su cuota de poder sobre los demás esclavos de la hacienda, dando uno de los personajes más detestables dentro de la película.


 La forma salvaje y casi lúdica con que la película se muestra esconde más intenciones e ideas de las que pueden verse a simple vista. Pero, si se analiza detenidamente la cinta expresa como única posible liberación a la esclavitud la que se hace personalmente gracias a la educación. Al final de la cinta, Django no es liberado por dentista alemán que lo compró de sus viejos dueños, sino por si mismo, luego de haber aprendido a pensar como un hombre libre.


 En tal sentido destaca la interpretación de Jamie Foxx, quien logra trasmitir la transformación interna de Django, de pobre esclavo ignorante a hombre libre, inteligente y capaz de valerse por si mismo.


Como toda película de Tarantino, “Django Unchained” tiene violencia que puede ser gratuita. Pero es interesante la diferencia de tono con la que es retratada, dependiendo de cada caso. Mientras que la violencia ejercida contra los esclavos es inquietante y difícil de ver, la que se produce sobre los blancos es totalmente cinematográfica, ficticia y peligrosamente “divertida”.


 En el panorama cinematográfico mundial “Django Unchained” luce como un divertido desorden, capaz de entretener y ocasionar reflexión al mismo tiempo, gracias a una expresión sin barreras de una mente creativa, que la diferencia de las demás películas técnicamente impecables, pero temáticamente superficiales.


 El arte como posible fuente de meditación acerca del pasado y futuro de la humanidad, no siempre se presenta de forma seria, sino que puede esconderse detrás de una comedia, una canción popular, un libro de comics o una película de género pastiche.



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