Túneles paralelos

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Túneles paralelos

EL TÚNEL

 Ernesto Sabato

 

El túnel, escrito en 1948, por el argentino Ernesto Sábato, uno de los principales autores de la lengua española de nuestro tiempo. Nos deleita con una de las más grandes novelas sudamericanas de este siglo, montando la historia con los recursos de la novela policial y psicológica a la vez, el personaje principal, revela su psicología introspectiva, es decir, que durante toda la narración trata de explicarse los sentimientos y pensamientos que lo perseguían durante el desarrollo de cada momento de su vida, e impone al lector un análisis de la desesperanza, llenando de pesimismo la narración.

Ernesto Sábato pertenece a la generación de 1920-1950 de escritores hispanoamericanos, la cual se caracteriza por centrarse en el realismo, pensar en el hombre de la gran ciudad, en la época de la post segunda guerra mundial, abordando temas como la angustia, la soledad, preguntándose por el verdadero sentido de la vida y la introspección del ser, además de utilizar recursos literarios y formas de expresión que parecieran experimentos lingüísticos. (Grupo, 2009)

La obra de “El Túnel” que hoy representa un clásico de la literatura Argentina, es, según lo dice su autor, “… la única novela que quise publicar, y para lograrlo debí sufrir amargas humillaciones. Dada mi formación científica, a nadie le parecía posible que yo pudiera dedicarme seriamente a la literatura... El túnel fue rechazado por todas las editoriales del país." Y con dinero prestado de un buen amigo, también reconocido escritor, logró publicar su libro, teniendo un éxito inmediato.

El protagonista y narrador de la historia, nos narra en primera persona a historia en retrospectiva, comenzando desde el final para proseguir con el inicio del relato, Juan Pablo Castel, un pintor confiesa que ha cometido un crimen, el asesinato de María Iribarne. Nos advierte a los lectores que únicamente va a referir lo que sucedió, sin dar lugar a ninguna explicación, aunque sabe que es lo que más llama al morbo e interés, las razones, pero él no busca que lo entendamos, sabe que nadie sería capaz de comprenderle, puesto que existió solo una persona y fue a quien mató.

 "…y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. Aunque sea una sola persona."

La historia se desarrolla en Argentina, aunque el autor menciona varios lugares físicos no son éstos los que toman mucha importancia en la comprensión y contextualización del texto, sino más bien se centra en los espacios emocionales que describe el protagonista, creando situaciones mentales que evocan recuerdos, alucinaciones y sueños.

Pasa a relatarnos como conoció a quien sería su víctima, fue en una exposición de sus pinturas, las cuales no eran de su total agrado, pues aborrecía las críticas, positivas o negativas, odiaba que mucha gente lo alabara y estuviera de acuerdo con él, como si no tuvieran pensamientos propios, pero como a todos, que nos critiquen negativamente también es molesto.

Frente a su cuadro “Maternidad” que retrata a una madre observando a su hijo jugar, había una pequeña escena en la esquina que parecía no tomarla en cuenta nadie, parecía no importante, pero él aunque no le había dado un significado concreto, sentía la certeza de que el significado existía  y que esa escena debía estar ahí, quizá más bien se le hacía especial porque nadie la había notado y era algo más bien suyo, hasta que se percató que una jovencita tenía la mirada perdida precisamente en esa imagen escondida, fue cuando decidió que debería verla de nuevo puesto que sus almas pudieron conectarse a través de esa imagen.

Paso meses imaginándola, construyendo cuadro a cuadro su posible reencuentro en una de las calles que transitaba, imaginaba también lo que le diría e inventaba el dialogo perfecto que ambos seguirían, lo enajenaba la idea de verla de nuevo y decirle lo especial que fue ese instante en el que ambos se encontraron a través de la pintura. Pensaba en la manera de apresurar el reencuentro, se preguntaba en qué lugares podía hallarla, quizá en otra exposición de arte, pero él no podía acudir a ninguna, puesto que las odiaba y al círculo de gente que se encontraba ahí, así que desechó la idea.

Y cuando después de varias semanas el encuentro sucedió, él se quedó sin palaras y ningún guion era apropiado para iniciar la perfecta conversación, tras unas palabras tímidas, un intento de huida y una espera insoportable, prosiguieron pequeños encuentros planeados, con charlas que más parecían monólogos, con miradas que se escondían y explicaciones que no se daban. Sentimientos que crecían de vez en vez, silencios que provocaban angustia y temor, lugares que iban tomando sentido propio y un amor que se iba formando, no sabemos bien donde, ¿en el corazón? ¿La mente? ¿La falsa interpretación? o ¿Las vagas ilusiones?

Juan Pablo Castel es un personaje solitario e incomprendido, psicológicamente muy intenso, que se cuestiona y cuestiona al lector sobre la existencia, la vanidad, el egoísmo, la caridad, él cree encontrar en María la comprensión y el amor que no ha tenido. María Iribarne es un personaje misterioso, nunca describe lo que siente o piensa, ninguna pregunta que se le proponga es contestada, manteniendo cierto misticismo en su ser. Responde al interés que Castel muestra hacia ella, pero nunca se entrega completamente al amor que él desea, siendo ella casada y manteniendo según Castel sospecha otras relaciones amorosas, una de las posibles razones que él ofrece para realizar el asesinato. Ella se siente identificado con él a través de sus pinturas.

Ernesto Sabato en una conferencia, señaló: "Castel representa mi lado adolescente y absolutista, María el lado maduro y relativizado". Es decir Castel es el hijo que busca fusionarse con María, que puede hacer alusión a María Madre Universal de la iglesia, representa también el vientre materno y el paraíso perdido. La mujer, María, más que ser vista como una persona aparte, se convierte en un símbolo que Castel tratará de retener, como símbolo de su necesidad de protección.

Llevan una extraña relación en la que intervienen varios aspectos, Castel descubre que María es una joven casada con un hombre que es ciego y trata de descifrar el tipo de amor que enlaza este matrimonio. Ella en varia oportunidades escapa a la casa de quien parece ser un primo lejano con quien tal vez también lleve una relación y el ir descubriendo todo esto, provoca al mencionado pintor a tejer una telaraña de conjeturas que despiertan sus celos y sobresaltan sus impulsos, reaccionando agresivo y dejando ver sus deseos posesivos.

El Túnel, es un texto encantador, dado que el final se conoce desde el principio, y ahí es donde se halla el gran desafío al lector: desovillar la madeja, hallar las razones que llevaron a tal desenlace, convertirse en detective. Indagar, buscar pistas, seguir huellas, colocarse en el lugar de los personajes para comprenderlos, y fuera de ellos para evaluar causas, revisar emociones y disfrutar de la aventura del conocimiento que nos da en autor desde su intrigante perspectiva.

Es sumamente interesante la forma de narración a la que acude el autor, puesto que sale del tradicional inicio, desarrollo y final, dándonos de antemano todos los datos que pudiesen generar misterio, no es el habitual y acostumbrado final que esperamos, nos habla del crimen que se dio y nos dice claramente quién lo hizo, más lo que intriga al lector es el cómo. No utiliza un lenguaje complicado y es tiende mucho a describir todo, especialmente los escenarios mentales en los que se sitúa, muestra una tendencia a tratar de explicar todo, sin explicar nada a la vez.  Es esto también lo que abre paso a la oportunidad que tiene el lector de hacer sus propias conclusiones, ver la lectura desde un punto meramente objetivo, policial, psicológico, existencial, literario, como una historia de amor, de pasiones, de celos, obsesiones, etc.

“…creo que lo único que verdaderamente importa es escribir sobre las obsesiones más profundas que acosan desde los estratos más profundos de la inconsciencia. En cuanto a mis obsesiones, pueden advertirlas todos los lectores.”

-Ernesto Sabato (García, 2012)



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