CURACIÓN DE UN ENDEMONIADO EN CAFARNAÚM (15 de 77)

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¡Alabado sea Jesucristo!

  

México, D.F., Octubre 3 del 2014

  

II.5.- CURACIÓN DE UN ENDEMONIADO EN CAFARNAÚM  

(Mc 1, 21-28; Lc 4, 33-37)

 

“Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.  Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: El Santo de Dios.”  Jesús, entonces, le conminó diciendo: “Cállate, y sal de él.”  Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.

Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto?  ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!  Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.” Muy pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.”

  

            ¡Ahora va Jesucristo directamente contra el Demonio!  Con ésta, se inician una cantidad incontable de curaciones a endemoniados y poseídos.  Son estos los milagros que más repiten los Evangelistas en sus escritos, porque son estos los milagros que más realizó el Señor para contrarrestar a Satanás.  Los exorcismos, como propiamente se conoce a la expulsión de espíritus malignos de cuerpos humanos, son acciones que se realizan ante todo con oración, mucha oración profunda y sincera a Dios.  Solo algunas personas pueden hacerlo, y más importante aún, solo algunos exorcistas logran su cometido.

             En especial en esta ocasión en Cafarnaúm, los Sinópticos narran el encuentro con el primer demonio que hace contacto externo y expreso con Jesús; tal parece que uno de los secuaces de Satanás no ha aguantado la presión de ver al Hijo de Dios hecho hombre, y usa el cuerpo del endemoniado para hablar con el Divino Maestro.  Esto, que parece no tener importancia, es muy significativo, pues ya hubo alguien que se ha atrevido a hablar con Cristo; y no lo hace simplemente para conversar con Él, sino que denota temor en su cuestionamiento.  También es importante apreciar que el espíritu reconoce al Mesías como “El Santo de Dios”. 

            Si se toma en cuenta que los Hijos de Satanás también son ángeles, pero que éstos han sido desviados por el Príncipe de las Tinieblas para servirle a él y no a Dios Padre Creador, entonces debe considerarse que son seres espirituales (impedidos de encarnarse o materializarse por ellos mismos), con las facultades de inteligencia, voluntad y libertad, propias de las creaturas creadas por Dios.  En pocas palabras, éste, que habita en el endemoniado de Cafarnaúm, ya se ha dado cuenta de lo que le espera con el Ministerio de Jesucristo, con la predicación de la Buena Nueva a los hombres.

             El evento se da en plena sinagoga (lugar exclusivo que los judíos usaban para tratar asuntos relacionados con Dios, La Ley y Los Profetas), por lo que se debe entender que en ella estaban reunidos hombres justos (o con inclinación suficiente hacia los Mandatos Divinos); por lo tanto, este debió haber sido ‘un mal momento’ para Satanás, pues, además de haber sido evidenciado, ha quedado claro para los concurrentes que Cristo Jesús tiene poder sobre los demonios.  Es probable que en Nazaret nadie se haya dado cuenta de la presencia demoníaca en la mayoría de sus habitantes (en aquella visita del Divino Maestro a la sinagoga de su pueblo), pero aquí en Cafarnaúm, un desesperado demonio ha dejado claro que están por todas partes y en muchísimas personas; y peor aún, éste ha dejado manifiesta su preocupación ante la presencia entre los hombres de “El Santo de Dios”.

            El endemoniado quedó ‘curado’, pues el espíritu maligno que lo ocupaba fue expulsado de su cuerpo con tan solo dos órdenes dadas por Jesucristo: “Cállate, y sal de él.”

            Ya me imagino las caras de admiración y extrañeza de los Doce Apóstoles y demás discípulos del Señor ante tan desconcertante acontecimiento; al menos, se estarán preguntando ‘¿Qué hago yo aquí?’.  Tendrán que ordenar muy bien sus prioridades, pues Jesús de Nazaret les ha prometido hacerlos ‘pescadores de hombres’.  ¿Querrá decir esto que cada uno batallará con los demonios que se le acerquen? Y más importante aún, ¿saldrán vencedores del encuentro, como su amado Maestro?  La respuesta no la tienen. . .  todavía.

            Lo que sí es cierto, es que ya muchos se han dado cuenta de que el Demonio (y sus huestes), están al acecho del Mesías.

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

 

Antonio Garelli

 

 

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