CURACIÓN DEL CRIADO DEL CENTURIÓN (16 de 77)

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¡Alabado sea Jesucristo!

 

México, D.F., Octubre 8 del 2014

 

II.6.- CURACIÓN DEL CRIADO DEL CENTURIÓN

(Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10; Jn 4, 46-54)

“. . . Se encontraba enfermo y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste.  Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera y salvara a su siervo.

 

Éstos, llegando ante Jesús, le suplican insistentemente, diciendo: ‘Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo y él mismo nos ha edificado la sinagoga.’ 

Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro.  Mándalo de palabra y quede sano mi criado.  Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace.”

Al oír esto, Jesús quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: “Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.”  Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron al siervo sano.”

 

            Ciertamente no se conoce el nombre de este personaje, pero lo que sí se  sabe, es que es el primer gentil (un no israelita), que le pidió, y además recibió, un milagro del Señor.  Un centurión era un puesto más bien bajo en el Ejército Romano, ya que solo dirigía cien hombres –un ciento, de allí lo de centuria –, que alguien con tanta importancia como hacen ver los ancianos judíos que acompañan a Jesús. Un Jefe de Cohorte (quien comandaba seis centurias), pudo haber sido alguien a quien tomársele más en cuenta; y ni qué decir de un General Legionario que era el responsable de seis mil hombres, una legión.

            Sin embargo, hay algo que debe tomársele muy en cuenta a este centurión. Si él fue el que edificó la Sinagoga de Cafarnaúm, como dicen estos ancianos, (de la cual hoy día se pueden ver las ruinas arqueológicas de la misma), en verdad que amaba al pueblo judío, y además, era muy rico, ya que dicha construcción era desproporcionadamente grande para el número de habitantes que poblaban el lugar en tiempos de Jesús, y muy elaborada en sus acabados interiores y exteriores, como para ser justificados por las escasas evidencias de religiosidad de su gente.  Es más probable que Cristo haya escogido iniciar su Ministerio en Cafarnaúm por lo poco religiosos que eran estos galileos, que por su apego a la Ley y las costumbres del pueblo de Israel.

            Sea como fuere, el Divino Maestro no atiende el llamado del hombre romano por lo que representa para todos desde el punto de vista del poder o de su influencia, sino por su fe.  Este hombre realmente ha creído que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios que ha venido a salvar al mundo.

            Y aunque parece que todo está dentro de la normalidad, hay un hecho que no debemos dejar de tomar en cuenta: se trata de un gentil, un extranjero, para los cuales, en primera instancia, no ha venido Cristo; ellos serán tomados en cuenta sólo después de la Resurrección del Señor.  Ésta es, pues, la oportunidad que toma el Demonio para, sutilmente, acechar al Mesías, ya que no le era lícito a los judíos tener contactos de ningún tipo con los paganos.  Pero este centurión es un versado en las costumbres judías, ya que hasta le manda decir:

            “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro.  Mándalo       de        palabra y quede sano mi criado. . .”

            Así empezarán escribas y fariseos a formular la larga lista de ‘quebrantos’ a las costumbres de los antepasados realizados por Jesús de Nazaret.  Cierto es, no entró en su casa, ni siquiera le vio a él; pero será tomado en cuenta como un favor hecho a un gentil, un indigno de Dios; una ‘falta imperdonable’, según los escribas del tiempo del Señor.  Muchas ocasiones leeremos en los Cuatro Evangelios que los ‘doctores de la Ley’ le acusan de ‘convivir, entrar en casa de prostitutas y publicanos. . . y hasta comer con ellos’, todas esas, acciones de sumo pecado para cualquier judío.  Sin embargo, Jesucristo tomará ‘los riesgos’ de estas acusaciones solo para llevar al cabo su Misión: “. . . Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva. . .”, como le respondió a Juan el Bautista cuando estaba en la cárcel.

            “. . . Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron al siervo sano.” De nada te sirvió, Satanás, por más que hayas hecho para limitar al Señor, el Nombre de Dios ha sido glorificado una vez más, encima de todo nombre.          

 

Afectísimo en Cristo de todos ustedes,

 

Antonio Garelli

 

 

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